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Plaza de la Corredera

plaza corredera

La historia de Córdoba puede palparse en los cuatro lados porticados que forman la Plaza de la Corredera. La importancia que ostentó como epicentro de celebraciones en la ciudad se remonta a tiempos romanos, cuando en sus proximidades se situaba el circo. Ya en época cristiana este carácter festivo se mantuvo en forma de juegos de cañas o corridas de toros, que convivían con recibimientos reales o el trasiego de los comerciantes que aquí se congregaban. No obstante, también los acontecimientos más convulsos quedaron impregnados en este lugar, testigo mudo de los Autos de Fe celebrados por la Inquisición o de las ejecuciones públicas durante la Guerra de la Independencia.

Al igual que sus funciones, la arquitectura de la Plaza de la Corredera también refleja el devenir histórico. Reordenada en el siglo XVII, siguiendo el modelo de las plazas mayores castellanas, adquiere un aspecto predominantemente barroco que se ve interrumpido en el muro sur con las llamadas casas de Doña Ana Jacinto, que ganó un pleito ante el rey, impidiendo su transformación. Estas casas habían sido construidas un siglo antes, como el edificio de la cárcel del arquitecto Juan de Ochoa que preside la plaza, coronado con el escudo de Felipe II y que funcionó también como casa del Corregidor.

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